Por quererte






Acto Primero


   -Hoy tampoco lloverá -dijo Marta, mirando por la ventana del salón.
   -¿Y qué? ¿A quién le importa si va a llover o no? -preguntó su marido con indiferencia.
   -Y nada, hombre. Sólo pensaba en voz alta.
   -Procura no decir lo que piensas. Así no molestarás.
   -Perdona. No quería…
   -¡Tú nunca quieres, pero siempre haces! ¡Siempre tocándome los cojones!
   -Perdona, ¿vale?
   -¡Olvídame!



Acto Segundo



   -Ya cae la noche. Ya se ven las primeras estrellas –volvió a pensar Marta, otra vez en voz alta.
   -Ya vuelves con tus bobadas -farfulló Marcos, su marido.
   -Desde luego, cómo eres… No puedo ni hablar delante de ti. Me siento extraña en mi casa.
   -¡A mí qué me importa! ¡¿A quién le importa cómo te sientas?! Tonta del culo, que eres una puta tonta del puto culo -dijo él, irritado.
   -¿Marcos, tú me quieres? –preguntó Marta, ignorando las palabras de su marido.
   -¡Déjate de chorradas y olvídame, anda!
   -Yo a ti sí. Ya lo sabes. Siempre te he querido, más que a mi vida. ¿Me puedes dar un beso, por favor?
   -¡No te acerques!
   -Te besaré yo, ¿vale?
   -¡No!
   Marta acercó su cara a la de Marcos.
   -¡Quita! -Marcos apartó bruscamente la cara de Marta.
   -¿Por qué no me dejas que te bese? Me apetecía besarte…
   -¡Me tienes harto!
   -Yo te quiero, Marcos. Ya lo sabes.
   -Pues yo no te soporto, joder.
   -No tienes que mosquearte por eso, ni tratarme tan mal como lo haces.
   -Te trato como quiero, ¿vale?
   -No te doy motivos para que seas así conmigo.
   -¿Y qué? No me hacen falta motivos para hacer lo que quiera contigo, y si no estás conforme ya sabes lo que te queda, ¡puerta!
   -Eres cruel.
   -¡Que me olvides, coño!
   -Quisiera poder hacerlo. De verdad que a veces me gustaría poder olvidarte, pero te quiero demasiado.
   -¡Entonces muérete! Así me olvidarás.
   -Te quiero, Marcos. No puedo evitarlo.
   Marcos agarró a su esposa por el pelo y la zarandeó repetidas veces.
   -¡No me quieras, joder! ¡Esto es para que veas que yo no quiero que me quieras!
   -¡Te quiero! ¡Te quiero! -insistió ella, sollozando.
   Él, desaforado, comenzó a propinarle golpes con los puños y las rodillas.
   -¡Toma! -gritaba, sin dejar de golpearla.
   -¡Aunque me mates, te seguiré queriendo, Marcos!
   -¡Eres una hija de puta! ¡No me quieras! ¡Toma! ¡No me quieras! -Marcos no dejaba de gritar y de pegar a Marta.
   -¡No me pegues, Marcos! ¡No me pegues más! -suplicó ella.
   -¡Voy a matarte, ¿sabes?! ¡Toma! ¡Puta! ¡Toma!
   -¡Te lo ruego, Marcos!
   -¡Eres una puta! ¡Eres una hija de puta! ¡Tan puta como toda tu puta familia! ¡Toma y toma! -él se cegó pegándole.
   -¡Los vecinos, Marcos! ¡No grites, por Dios! -dijo Marta, entre lágrimas, mientras trataba de cubrir su cuerpo con las manos, para mitigar el daño que le hacía los golpes de su marido.



Acto Tercero



   -Eres un salvaje. Me has hecho sangrar…, mira –Marta tenía la cara enrojecida y sangraba por la nariz.
   -¡Déjame en paz! Eso no es nada. Si no te vas de aquí te mataré –respondió él, recobrando el aliento perdido por el esfuerzo de haberle pegado.
   -¿Adónde iré? –preguntó ella.
   -Donde quieras, pero te llevas a tus hijos contigo -sentenció su marido.
   -También son tus hijos.
   -¡No los quiero, ni a ellos ni a ti!
   -No tenemos adonde ir y está oscureciendo.
   -¡Búscate la vida! ¿Vale? No quiero volver a veros nunca.
   -No puedo irme, Marcos.
   -¡Que te vayas! ¡Lárgate, hostias! ¡Vete! ¡Vete!
   -¡No me pegues! ¡No me pegues, por Dios! ¡No más! ¡No más! ¡Marcos! ¡No más!


Acto Cuarto



   -¡Mamá! ¡Mamá!
   Carlitos y Mirian, los hijos del matrimonio, aparecieron llorando en el dormitorio de la pareja.
   -¡Los niños, Marcos!
   -¡Mierda!
   -Venid, hijos. Abrazadme. No lloréis. No pasa nada. -Marta extendió sus brazos hacia los niños.
   -¡Iros a la mierda! ¡Dejadme en paz! ¡Fuera de aquí! -Marcos quiso apartar a los niños de los brazos de su madre.
   -¡No toques a los críos, Marcos! No los toques. Mátame a mí, pero a ellos déjalos tranquilos.
   -¡Eres una puta madraza! ¡Toma!
   -¡Marcos, no!
   -¡Sí, sí! ¡Toma y toma! ¡Marcos sí, Marcos sí! ¡Voy a matarte, cabrona! -Marcos volvió a ensañarse y no paró de golpear a Marta, sin importarle la presencia de los niños.
   -¡Delante de los niños no! ¡Por Dios! -suplicó ella.
   -¡Mamá, mamá! -gritaron los niños desesperados, tratando de asirse a la ropa de su madre.
   -¡Largaos de aquí, coño! -Marcos se dirigió a los niños, enrojecido por la ira.
   -¡Mamá, mamá!
   -¡Vámonos de aquí, hijos!
   -¡Iros ya a la puta calle!



Acto Quinto



   -Adiós, Marcos.
   -¿Adónde crees que vas con esa maleta?
   -Lejos, donde no puedas hacernos más daño.
   -No irás a ninguna parte.
   -Tú no me quieres. Me has echado. Lo sabes muy bien.
   -Como te vayas te mato.
   -¿De verdad, no quieres que me vaya, Marcos? -Marta clavó sus ojos llenos de esperanza en él.
   -¡Cállate, puta!

Fin.

© Nicanor García Ordiz, 2009.