El beso



     ¿Qué fue antes del beso? ¿Te acuerdas? Un día de estío, un inesperado encuentro, bendita coincidencia, yo aquí sentado, tú del otro lado, la mesa por medio, la vida por medio, un futuro para luego. Tú un mundo: tu mundo, yo mi mundo: otro mundo. ¡Qué distintos fueron! El destino hoy los ha unido. Nos presentan, se cruzan nuestros infinitos. Mañana volvemos, a la misma hora, al mismo encuentro. Otro receso, otra noche por medio. Creo que me importas. Tú tal vez me ignoras. Tengo que saberlo. ¿Volverás mañana? Eso deseo. Me ilusiono. Llegó otro mañana y has vuelto, al mismo sitio, el del encuentro, y sin tú saberlo, me paro en tu pelo, en tus ojos, en tus labios, en tu voz, en tus manos, en tus gestos… y lejos de ti por ti me intereso. Pasan los días y sigues volviendo, hasta que un día nos dedicamos a mirarnos, y nos hablamos luego, más que ayer, más tarde un café, tú un pitillo, otra sonrisa, hasta mañana, nos veremos. Ya eres dueña de mis sentimientos. Nada es lo mismo, te tengo en mis sueños. Otro día y te espero. Has llegado, y te miro, y te siento muy adentro. Me has enamorado, sin quererlo o queriéndolo. Me insinúo, te sorprendo. Me rechazas, lo entiendo. Después lo intento de nuevo. Ahora sí, son mutuos nuestros sentimientos. Conscientes de lo que hacemos, buscamos quedarnos solos, lejos del mundo entero. Lo logramos. Nos miramos, nos cogemos, sonreímos y nos acercamos. Estamos juntos, muy pegados. Te siento. Acaricio tu pelo, me abrazas, me río, cierras los ojos y tus labios buscan un beso, te entregas y me entrego. Nos fundimos, unidos por el deseo. Lo de después sólo tú y yo lo sabemos. Ahora no importa. Ahora sólo quiero recordar aquel beso.

© Nicanor García Ordiz, 2010.